sábado, 23 de abril de 2016

Etapa Encinasola-Cumbres de San Bartolomé

Encinasola sigue guardando parte de su pasado con mucho sentido. Lugar de contienda y disputa por los límites fronterizos de las coronas española y portuguesa. De Medici, arquitecto militar ha dejado legados impresionantes como el fuerte de San Juan. Esas fortificaciones estrelladas que tanto nos fascinan, las vistas desde sus muros aún más. Alojados en el Rincón del Abade, hotel rural confortable, con todo lo necesario para nuestro descanso. Barato no es, pero es lo que tiene no tener competencia. En relación calidad precio bien, necesitábamos un sitio así. Lo mejor, la tostada del desayuno. Mil gracias a Yolanda, concejala que nos recibió con los brazos abiertos, le transmitimos el contenido del manifiesto por la declaración de Parque Natural de la Sierra de Córdoba y nos transmitió su apoyo y ánimo, además de recomendarnos lugares como el Emigrante o el Centro Social, donde probar la morcilla de lustre y disfrutar de la tranquilidad y el sosiego.


El empedrado de Encinasola,  derrocha armonía en sus dibujos, líneas y trazados, de lo màs curioso, huyendo del hormigón los resaltos y el oscuro asfalto. Encinasola sigue adoquinando las calles, varias están en ello, menos mal.

Tras descansar, tomar un buen desayuno en el hotel nos disponemos a cruzar el pueblo de una esquina a otra... Buenos días, saluda todo el mundo al vernos con las pesadas mochilas rumbo a nuestro siguiente destino: Cumbres de San Bartolomé. Salimos por la calle Cumbres a un camino anegado por las recientes lluvias de abril, subimos pocos metros para darnos cuenta de la maravilla de sus valles. Lomas hasta perder la vista del día claro con nubes que se agradecen de vez en cuando. Las jaras, la aulaga y el cantueso son un despropósito, no podemos creer tanta armonía. Nos disponemos a bajar al arroyo del Caño, lleva agua, su pasarela nos permite cruzar sin problema, seguimos entre cabezo y cabezo hasta el Chillo, más complicado, vadear supuso descalzarse y cruzar hasta las rodillas y algo más. Lo peor, que las vacas retintas están al otro lado. Perdemos chanclas y pisamos mierdas, pero no nos importa con tal de salir pronto de ese tentadero. Nos ponemos nerviosos pues los terneros estàn cerca, pasamos a toda leche hasta la cancela más próxima. Dehesas interminables, finca de La Gallega y ya empezamos a mirar al cielo: buitres y milanos negros cada dos por tres.
Abejas, insectos cumpliendo su función polinizadora y un comedero de buitres. Unos 20 quizás levantando vuelo a nuestro paso. Nunca habíamos visto buitres leonados volando a cinco metros escasos. Impresionante.


Salimos a carretera. Y Pantaneta a nuestra izquierda. La vida es un croar. Divisamos zampullines, una colonia en plena acción. Seguimos unos tres kms por carretera donde el croar, el grillerio y el olor a cerdo ibérico te abruma, hasta coger el un nuevo camino paralelo a un arroyo. El Hinojo es una locura, cada paso dos matas, desprendía un delicioso olor mezclado con los cientos de flores de diversos colores, el rum rum del agua no nos abandona, hasta el cortijo de la Gangosa.
Ahora viene lo más duro, subir varios km entre jarales y un camino sujeto por un baluarte de piedra. Interminable, ya había ganas de llegar, el pueblo aparece a lo lejos pero no llega. Cumbres y cumbres... Aparece una pista hormigonada, que nos lleva a otra de guijarros. Entendemos la importancia del guijarro para la sujeción de cascos y carruajes, que nos dejan entrever la importancia de las idas y venidas entre los pueblos serranos. Cumbres más cerca, un poco màs de subida por una pista de hormigón y llegamos al inicio del pueblo. Replanteàndonos el peso de nuestras mochilas y ya por fin aquí.

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